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BLOG: VISITE MARRUECOS: DIARIO DE VIAJE PARTE I: DE TÁNGER A FEZ

Marruecos es definitivamente un país de contrastes, no solamente por su geografía tan diversa, sino por su población, mezcla de orígenes árabes, bereberes (habitantes originales de la zona) y europeos.

 

El país, al norte de África, cuenta con una amplia costa que abarca el océano Atlántico y el mar Mediterráneo; sus montañas, tan variadas como su geografía, oscilan desde los verdes montes del Rif, hasta el color ocre intenso de las cordilleras del Atlas.

 

El origen diverso de su población se ve reflejado en sus lenguas: el país tiene dos idiomas oficiales: el árabe y el amazigh (mezcla de dialectos bereberes), aunque la mayoría de la población habla francés y muchos español (denotando esto la ocupación francesa y española del país, que ocurrió entre 1912 y 1956).

 

La población es mayoritariamente musulmana, como resultado de la conquista árabe desde principios del siglo VIII.

 

Los principales aeropuertos internacionales se ubican en Rabat -la capital- así como Tánger, Fez, Marrakech y Casablanca.

A pesar de que para los traslados se pueden usar los buses y los taxis (grand taxi para desplazarse entre ciudades y petit taxi para hacerlo dentro de una misma ciudad), o que pueden alquilar un auto e ir por su cuenta, lo más recomendable (por comodidad y seguridad) es que viajen con una agencia de viajes marroquí que les organice el tour personalizado por el país.

Nosotros llegamos al aeropuerto de Tánger, en vuelo procedente de Madrid, en donde nos esperaba un chofer/guía, pues contratamos una agencia marroquí que se encargó de la organización, reservaciones y traslados del tour según nuestros gustos y preferencias.

 

Camino a la ciudad de Tánger en donde pasaríamos la primera noche, visitamos las Grutas de Hércules: punto de intersección entre el Atlántico y el Mediterráneo. Las grutas fueron descubiertas a finales del siglo XIX, y su principal característica es que tiene una salida al mar cuyo relieve es el mapa de África invertido. Son de gran valor arqueológico, con una antigüedad de siete mil años; vale la pena la visita y conocer la leyenda que originó su nombre.

Tánger: la ciudad estuvo abandonada por muchos años; sin embargo, está actualmente siendo renovada, pues el actual rey está interesado en el desarrollo del norte del país e incluso construyó allí su residencia de verano. Hoy es el segundo centro económico del país después de Casablanca.

 

Visite la medina (ciudad antigua), un pequeño laberinto de calles, escaleras y puertas, lleno de puestos de frutas, dátiles, textiles, plata, perfumes y especias (como todas las medinas del país). En lo alto de la medina se encuentra el Kasbah o fortaleza, desde donde se aprecia bien la ciudad y se puede ver la vecina España.

 

En Tánger, la gente es amable y cordial, pero deben cuidarse de los “falsos guías” que pueden aparecer, sobre todo en las ciudades más turísticas.

Conozca además el Grand Zoco o plaza central, que marca la división entre la medina y la ciudad nueva; esta está rodeada de palmeras, cafés y edificios de la época colonial. Recorran la calle de la Libertad, la Plaza Francia, el mítico hotel Minzah y el famoso café París, centro de reunión de espías durante la segunda guerra mundial.

 

Al día siguiente, emprendimos la ruta hacia Chefchaouen, dando un paseo rápido por Tetuán. La ruta Tánger –Tetuán, de 70 km, tiene muchos tramos por la costa y la vista es espectacular, bordeando el estrecho de Gibraltar.

Tetuán: la ciudad está situada en las faldas de la montaña Jebel Dersa, en la cordillera del Rif. Está conformada por la medina (Patrimonio de la Humanidad), la zona española (considerada el mejor barrio colonial de Marruecos) y el ensanche o zona comercial.  Es conocida como la Paloma Blanca por el color de su medina, y tiene una fuerte influencia andaluza. Su ubicación junto al mediterráneo hace que sus playas sean un atractivo turístico. Después de 143 km llegamos a Chefchaouen, la ciudad azul.

Chefchaouen: de influencia andaluza, sus casas blancas y azules, enclavadas en las montañas del Rif, hacen de este pueblo uno de los atractivos turísticos más importantes del norte de Marruecos.

Fundada oficialmente en 1451, cuenta la leyenda que su origen se debe a una historia de amor: la esposa del emir marroquí Sidi Rachid extrañaba su natal Vejer (hoy Cadiz), por lo que este mandó construir un pueblo que se le pareciera; por esto se dice que Chefchaouen y Vejer son ciudades gemelas.

Durante mucho tiempo, la ciudad fue habitada por refugiados judíos y musulmanes, y permaneció aislada por casi 500 años, hasta que fue “abierta” por la llegada de los españoles en 1920.

El color azul de sus paredes hace referencia al color del cielo y la libertad, y al hecho de considerarse, desde su fundación, una ciudad sagrada: de hecho, se le conoce como “Ciudad Santa”, por la cantidad de templos religiosos que posee.

Hoy los turistas han hecho que el azul siga siendo una tradición.

 

Recorran la medina –su principal atractivo-, con sus calles estrechas, gradas y recovecos, llena de tiendas coloridas en donde pueden disfrutar de la artesanía local.

Visiten la Plaza del Majzén, donde se encuentra el hotel Parador y desde donde se aprecia la mezquita Rif Al Andaluz.  En la Plaza Huata se encuentra la Mezquita del Suk, bellamente decorada. Finalmente recorran la Plaza Uta El Hammam, un espacio circular lleno de cafés donde darse un descanso.

 

La Kasbah (el nombre hace referencia a una antigua casa grande o castillo), se encuentra en lo alto, y ofrece las mejores vistas de la ciudad.

 

Les recomendamos por lo menos un día completo para visitar Chefchaouen, incluyendo la visita a la medina de noche.

Nosotros pasamos la noche en el hotel Dar Ech Chaouen, al lado de la medina, y al día siguiente emprendimos la ruta hacia Fez.

 

En el camino hacia Fez (ruta de casi 200 km), nos desviamos para conocer la ciudad de Meknés.

Meknés: considerada una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos (junto con Fez, Marrakech y Rabat), fue capital del país por un período de 55 años. Es conocida como la Ciudad de los Cien Alminares por su gran cantidad de mezquitas. 

Gran parte de su atractivo se encuentra en sus murallas y sus impresionantes puertas, en donde destaca la puerta de Bab El Mansour, construida en el siglo XVIII, una de las más grandes y bellas de Africa. Frente a la puerta  se encuentra la Plaza Hedim, en donde se presenciaban ejecuciones y anuncios reales. Tras la puerta está la Plaza Lalla Aouda, en donde se puede tomar una coche de caballos –bellamente decorados- y dar una vuelta por la ciudad.

Su medina, Patrimonio de la Humanidad, se encuentra sobre una colina, y está separada de la ciudad nueva por el río Boufekrane.

 

Cerca de Meknés, se encuentran las Ruinas de Volúbilis: son los restos arquelógicos de esta antigua ciudad romana; vale la pena la visita. Les recomendamos hacerla con guía para poder entender la historia que encierran sus ruinas. Son Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1997.

 

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Fez: es la primera de las ciudades imperiales marroquíes; conocida como la capital espiritual y cultural del país, alberga una de las universidades más antiguas del mundo. Es además el mayor centro de artesanía de Marruecos, por lo que es ideal si quieren comprar artículos de cuero (piel), cerámicas, mantas y telas, muebles y objetos de latón, mármol y plata.

 

Su origen se remonta al siglo VIII, y su ubicación es privilegiada, entre el mar, las montañas del medio Atlas y el desierto.

 

Se compone de la ciudad nueva (ville nouvelle) construida por los franceses en el siglo XIX, por el viejo barrio judío (Fes El-Jedid) y por su impresionante medina amurallada o ciudad antigua (Fes El-Bali).

 

Les recomendamos recorrer la medina con guía local, por lo menos una parte del tiempo, para empaparse de su cultura única.

 

La medina está formada por 300 barrios, distribuidos en un interminable laberinto de más de 9000 calles estrechas, en donde solo se puede circular a pie o en mula: es la zona urbana más grande del mundo sin tráfico de autos.

Patrimonio de la Humanidad, entrar a la medina implica regresar a la época medieval, con su distribución de trabajadores por zonas o zocos: artesanos, alfareros, afiladores de cuchillos, peleteros y ebanistas, conviven con los turistas y con sus quinientos mil habitantes. Cada barrio cuenta con una fuente para el suministro de agua, pues muchas casas siguen sin tenerlo; cada barrio cuenta además con duchas públicas, que son usadas por hombres y mujeres, cada uno con su horario establecido.

 

Visiten la espectacular puerta Bab Bou Jelud, los diferentes zocos y plazas, en donde pueden admirar sus muchas mezquitas.  Fez es conocida como “la ciudad de las mil mezquitas”.

 

La mejor manera de admirar la medina es desde lo alto, para darse una idea del tamaño de este laberinto de calles estrechas. Existen dos fortalezas en los cerros cercanos: una al norte, que sirve como mirador al atardecer por la luz espectacular sobre la ciudad, y que hoy es un museo de armas, y otra al sur, perfecta para admirar la medina por la mañana.

Después de pasar dos noches en un riad en Fez, emprendimos el camino hacia el sur, al desierto del Sahara. Les contaremos acerca de la experiencia del desierto, Merzouga y otras ciudades, así como la visita a las gargantas del Todra y de Dades en la segunta parte del blog.

 

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