El término procede de Pétillant Naturel, que en francés se traduce como vinos naturales ligeramente espumosos; por lo tanto, el término alude al estilo del vino y a la forma en la que se ha elaborado.
Los vinos pét-nat se han convertido en moda en el mundo de los vinos naturales. Sin embargo, con ellos ocurre el mismo fenómeno que con el cantante Ricardo Arjona: si no lo aman, lo odian.
Los vinos espumosos naturales se elaboran por la técnica más simple y antigua llamada Método Ancestral (que es diferente del Método Tradicional usado para Champagne, Crémant, Franciacorta o Cava).
Históricamente, los primeros vinos espumosos fueron el producto de la casualidad y necesitaron de la aparición de la botella de vidrio para su perfeccionamiento.
En el siglo XVII, en las zonas geográficas más frías como Champagne, a veces la llegada inviernos muy fríos o anticipados, detenía el proceso de fermentación al dejar inactivas a las levaduras. Sin saber realmente lo que sucedía, algunos de estos vinos se embotellaban así y con la llegada de la primavera y aumento de la temperatura, la actividad de las levaduras se reanudaba en el interior de la botella, y esto producía más CO2 y por lo tanto burbujas. Esto se conoce como Mètodo Ancestral.
Con los vinos Pét-Nat, lo que se hace es “recrear” estas condiciones iniciales, con la intención de obtener espumantes más baratos y naturales. EL enfriamineto y la parada de la fermentación son hechos por la mano de enólogo, y su cuna fue el Valle del Loire en Francia.
Los vinos pét-nat se caracterizan por ser vinos blancos, rosados o tintos, de añada, elaborados principalmente en regiones frías; presentan niveles más bajos de alcohol, son secos o con un nivel bajo de azúcar residual y ligeramente espumosos (petillantes).
Su principal característica es que, al no ser filtrados ni clarificados, presentan (en su mayor parte), sedimentos que en ocasiones pueden hacer que el vino luzca turbio. Además, la mayoría de las botellas están cerradas con una chapa, lo cual se considera como aberrante en el mundo del vino.
Además de todo lo anterior podemos encontrar diferentes defectos que han podido desarrollarse durante y después de la fermentación en botella, y de los cuales no se tendría conocimiento sino hasta el momento de abrirlos.
Olores desagradables, turbiedad y consistencia pastosa en boca, producto de las lías, obligan a ser muy fanático de lo natural para que, más allá de lo divertido que pueda ser probarlos, seamos capaces de decir que nos gusta.
En los últimos tiempos se han hecho elaboraciones más refinadas pero menos naturales, de vinos pét-nat que están sometidos a degüelle para eliminar los sedimentos y en ocasiones pasteurizados para evitar desestabilizaciones tras su comercialización, ya que no llevan sulfuroso; esto va en detriment de la calidad.
Es muy probable que estos vinos nunca lleguen al grueso de los consumidores, enófilos o profesionales del vino, y queden reducidos a un pequeño nicho de seguidores incondicionales de lo natural y lo imprevisto.
¡Tendremos que probarlos para crear nuestra propia opinión!